Me dirigí a mi cabaña, la última vez que estuve dentro solo eramos tres campistas, Sara, mi hermano y yo. No había visto a Sarah en el comedor así que suponía que estaría fuera del campamento o en el peor de los casos podía estar muerta.
Cuando entré dentro había una chica acostada en una de las camas mientras escuchaba música por un mp3, tenía los ojos cerrados pero podía distinguirse como movía los dedos al ritmo de la música. Encontré una cama libre y dejé mi pequeña mochila encima, luego me acerqué a la que fue mi cama hace años y rebusqué debajo de la cama hasta dar con una caja pequeña y llena de viejos recuerdos.
Me senté en la cama y abrí la caja con cuidado, intentando no despegar las pegatinas que mi hermano y yo le habíamos puesto cuando llegamos al Campamento y apenas teníamos diez años. Aún estaban las fotos en las que estábamos los cuatro, mis padres, mi hermano y yo, antes de que mi padre se tuviera que ir al Olimpo a seguir con sus obligaciones. Apenas teníamos un año y no lo recuerdo, pero seguía dolida porque el que se hacía llamar nuestro padre nos había abandonado justo cuando mamá empezó a enfermar. Cuando cumplimos seis años nos comunicaron que los tratamientos no habían conseguido salvarla, por aquel entonces ya llevábamos bastante tiempo viviendo en casa de nuestra tía.
Había más fotos, fotos de mi hermano jugando al fútbol justo antes de que nos tuviéramos que marchar al Campamento; fotos del pasado. Suspiré y cogí lo que había querido encontrar al abrir la caja.
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Era por la mañana, ya había conocido a mis compañeras y estaba bastante contenta con ellas, no eran las típicas chicas tontas ni se tenían creído eso de ser hijas del rey de los dioses. Me dirigí directamente al campo de entrenamiento esperando no encontrarme con nadie pero ya había dos personas peleando. Uno de ellos era Marc, el capitán de la cabaña de Ares que creía que el mundo giraba en torno a él, y que ya estaba en el campamento cuando llegué hace seis años. El otro no era ni más ni menos que Aiden, al que recordaba menos habilidoso con la espada.
La pelea duró bastante, estocadas por parte de los dos bandos y mucho sudor predominó en los minutos que duró. Parecía que en cualquier momento caerían de puro agotamiento pero ninguno de los dos estaba dispuesto a caer primero, como si se tratara de una verdadera pelea y todo estuviera en juego.
- Vamos Aiden, sabemos que Layla ha estado haciendo tratos con tu padre. No intentes encubrirla - dijo Marc para intentar desconcentrarlo. Marc me había puesto muchas veces de los nervios pero hoy se llevaba laa palma. Insinuar que yo hacía pactos con Hades para eludir la muerte y para Dios sabe que cosas horribles, era ya demasiado. Estaba tan enfadada que no me di cuenta de que un rayo atravesó el suelo y cayó a apenas un metro de Marc.
- La próxima vez que insinúes algo, me lo dices a la cara - le espeté cuando se quedó con cara de asustado a causa del rayo. Después de una guerra de miradas, se marchó apretando los dientes.
- Te recordaba más dulce Layla - dijo Aiden sorprendido
- Y yo a ti te recordaba menos... atlético. Ya ves, las personas cambian - dije acercándome a él para desafiarle a una pelea.
- No sabes cuanto - dijo con una sonrisa ladina.
buaaa! 13 capitulos... tengo que tomarme un día de descanso y empezar a leerlo!! Lo bueno es que son cortitos!
ResponderEliminaren verdad venia para decirte que te he nominado a mis premios, así que felicidades. Te dejo el link para que pases a ver.
http://laguardianadelibros.blogspot.com.es/2014/10/premiossssss.html
Suerte con tu historia, tengo que organizarme bien para poder leerlo
Un beso!
Holaaa!!
ResponderEliminarEstá genial, pero siempre acabas en lo mejor. Eso no se hace jejejeje, besotes ;)
¡¡ANNIE CONTINÚA POR DIOS!! Y he sido muy poco efusiva de lo que en verdad estoy xD
ResponderEliminar¡Necesito saber que va a pasar YA!
¡Besos!
Continúa *-* está demasiado interesante *-*
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